sábado, 24 de diciembre de 2011

Acerca de algunas palabras hebreas como entidades jeroglíficas y figurativas

Acerca de algunas palabras hebreas
como entidades jeroglíficas y figurativas

I

Reza un viejo adagio latino que sólo el trigo inmaduro mantiene enhiesta la cabeza, mientras que las mieses maduras saben encorvarse y bajar la cabeza, es decir, manifestar humildad.
Esto lo manifiesta la cábala mediante la letra nun, aquella que puede adoptar dos formas según se halle al comienzo o mitad de palabra, o si se encuentra al final.
En el primer caso, la nun es encorvada y su extremo inferior se pliega.; en el segundo, la letra es majestuosa y muestra un aspecto erguido y exultante.
Se dice que la nun encorvada, es decir, en hebreo, la nun cafuf, es el retrato y el jeroglífico del tzadiq u hombre justo, que humilde, en esta vida, muestra una postura espiritual respetuosa y siempre prudente, sin ningún tipo de soberbia ni apresuramientos, y que nunca se cree poseedor de la verdad total.
La otra, la nun sofit o final es la imagen del justo tal como se mostrará en el Olam habah o mundo por venir, donde ostentará la magnificencia y el esplendor de su humildad en este plano, el Olam hazeh, si siempre hubiere manifestado una actitud sencilla y respetuosa.

Esta misteriosa capacidad jeroglífica de las letras hebreas desmienten la oposición tan tajante entre los representativo lo abstracto que parece colegirse de la dicotomía egipcio-hebreo, donde el primer pueblo parece querer materializar y concretizar todo, llevando la dinámica del pensamiento de la inteligencia y sus operaciones a una materialización y casi hasta a un embalsamamiento enfermizo, anclando toda significación en representaciones pictóricas del mundo físico, mientras que la idiosincrasia es considerada una mente de abstracción totalmente desligada de las formas que circulan por el ámbito de la realidad mundana, con sus letras abstractas.
Algunos términos hebreos manifiestan, en la configuración de sus letras, que existe un secreto nexo, muy oculto, entre las formas del mundo físico y las líneas de fuerza y las energías que trazan los signos de la lengua hebrea, y esto, no sólo para cada letra considerada individualmente, sino para la conformación de muchas palabras entendidas como un todo. Analicemos, después de haber visualizado el caso de las letras nun y tzade, algunos ejemplos con palabras.
II

Otra letra jeroglífica muy interesante en hebreo es la tzade. Si la miramos bien, y con cierta capacidad de ensoñación, se parece a un caballero andante. Está formada por una iod que cabalga sobre una nun; si sabemos que la tzade es la letra del justo (tzadiq) por antonomasia); esto es asociado por los estudiosos del posible judaísmo de Cervantes, para adherir a que el caballero andante es una imagen muy idónea para la cábala medieval, como forma de aludir a la representación de la justicia, en virtud de que la tzade, jeroglíficamente, es un hombre a caballo (la iod montando en la nun) y que como tal, el hombre a caballo que grafica la tzade alude al justo cuya misión es mantener vigente la justicia y la corrección en este mundo.

III

Con respecto a palabras jeroglificas, es decir, palabras que con la disposición y forma de sus letras estructuran y orquestan imágenes, un jeroglífico muy hermoso se halla formado por las letras lamed y bet, que juntas suman 32, múltiplo de cuatro, y que son las letras que forman la palabra leb, el corazón. Si colocamos una lamed y sobre ella una bet, y si duplicamos la imagen por simetría axial, obtenemos la clara representación de un corazón con sus arterias que surgen por la parte superior, de manera que el corazón, la forma del corazón, proviene de estas letras duplicadas.
A la vez, si observamos detenidamente, vemos en este corazón dos rostros enfrentados de perfil y mirándose, en un beso místico de unión, donde cada lamed forma la nariz de ambos personajes.

IV

El Sagrado Tetragrama suele adoptar también una disposición figurativa, y representativa de la estructura del cuerpo humano. Lo mismo sucede con la letra Aleph.
En el Tetragrama, si lo disponemos de manera vertical, asistimos a la maravillosa formación de una silueta humana, donde ambas letras hei forman las extremidades superiores e inferiores, mientras que la iod forma la cabeza, y la uau la columna que estructura todo el jeroglífico. El punto de inflexión y de contacto entre la iod superior y la uau de la columna, es el lugar donde se halla el corazón del hombre, la cámara donde se pone en contacto con nosotros y donde habita la Divinidad.

V

Otro caso muy interesante es el de la palabra maqom., que en hebreo significa lugar. Para entender el jeroglífico que se forma con una disposición simétrica del término maqom, debemos tener en cuenta la característica del rostro, humano. Rostro en hebreo es paneh (más usado en plural, panim) y que posee la misma raíz que el término panah, vacío.
Para comprender esto de un modo más diáfano, en segundo lugar, debemos saber que el rúaj es vacío es decir es la inmaterialidad pura que circula a manera de aire por entre los intersticios, así como las vocales, que lo representan, circulan libremente por entre las estructuras óseas del las consonantes y semiconsonantes hebreas. Las vocales de los vocablos hebreos son círculos, y pueden cambiar sin problemas, son el aire que da vida a las palabras y las hace articulables, mientras que las consonantes funcionan a modo de cuadrado, es decir son estructuras firmes, que pueden cambiar de lugar pero que en cada raíz no pueden modificarse sin transmutar el significado de concepto, que en realidad se corresponde e identifica con la estructura consonántica de cada palabra.
Del mismo modo el rostro humano es una disposición por la que circula el rúaj de la vida, el espíritu, mediante los siete orificios craneanos, que son las puertas para que la inmaterialidad del rúaj circule libremente, y que permeabilizan la relación intersubjetiva. Que esto es así se confirma mediante la temurah del término ruaj, que produce como resultado la palabra jur, orificio, probando que los siete orificios del cráneo por donde tenemos acceso a mundo exterior y por donde las cosas exteriores a nosotros penetran en nuestra captación subjetiva, son orificios.
Además, debemos añadir que la letra qof, que se despliega al medio del término maqom es entendida como una aguja con su orificio, un canal, la característica de útero de la Divinidad, que en su propio seno contiene y alberga todas sus criaturas, de manera que en la qof se halla esta esencia de orificio o vacío. Si escribimos la palabra maqom, lugar, vemos que se forma un rostro, donde la qof forma la parte central y configura la nariz, mientras la mem inicial y la final forman los ojos de la figura, por lo que se produce la revelación de que el rostro humano es el lugar o recipiente por donde circula el rúaj y donde se produce la interacción intersubjetiva, mediante los sentidos, y el rúaj circula libremente entrando y saliendo por este vacío del rostro humano, panim, este lugar que es el maqom en donde habita danzando el rúaj.
Esta característica figurativa del la palabra maqom, que la revela como un rostro esquematizado, debe reforzarse con la circunstancia de que su valor por gematria es 186, el mismo valor de la letra qof desplegada, con lo que se puede equiparar a lugar, maqom, con la esencia uterina de la letra qof, que es la representación de una aguja con su orificio, imagen tan cara a Jesús cuando habla de que es más fácil que un camello 8simbolo del máximo anquilosamiento de la materia y del endurecimiento del ego en el corazón por el agujero de una aguja, a que un rico penetre en el reino de los cielos. Y justamente 186 es un número donde hallamos 100, valor de la qof, más 86, que es el valor de Elokim, uno de los nombres de la divinidad.
Pero si ahondamos más, podemos obtener consideraciones a este rostro que es maqom, un lugar en donde se manifiesta el rúaj de la Divinidad que maravillan, asociando el número áureo a esta característica.
Dijimos que el valor por gematria de maqom es 186. El rostro humano (figurado jeroglíficamente por la palabra maqom) es el lugar por excelencia por donde circula el rúaj y a partir de donde se produce la interacción intersubjetiva mediante mirada y lenguaje, junto con la gestualidad de las manos, pero además es un compendio de armonía cifrada donde se manifiesta la medida áurea, 0.618 – 1.618.
Voy a analizar cabalísticamente esta fracción, 0.618, que es la cifra de la belleza armónica. En primer lugar, se sitúa en el rostro, como cociente o relación entre el largo del rostro total con respecto a la distancia entre el extremo superior de la frente hasta la base de la nariz, a la vez que es igual al número que surge de dividir la última distancia mencionada por la distancia que existe entre la base de la nariz y el extremo inferior del mentón.
Recordemos ahora la gematria de maqom: 186. por el procedimiento de temurah o rotación, obtenemos un reacomodamiento de las cifras que nos pone delante (sorprendentemente) de .618, la fracción del número de oro! Pero hay más. Si analizamos el número 618, podemos entenderlo como un número 1 que florece por entre medio del número 68, cifra gemátrica de jaiim, la vida, de manera que podemos entender la cifra 618 como la Divinidad -cuyo número es la unidad- que se asoma por entre la vida, y cuya belleza se manifiesta de manera más excelente en la armonía del rostro humano, es decir la cara del hombre es el lugar, el espacio por donde con mayor vigor florece el esplendor de la Divinidad.

VI

Esta mención de jaiim, vida, nos motiva a considerar otras palabras de índole figurativa, o afín a la jeroglífica de gran belleza en la lengua de la Divinidad, el hebreo, para la palabra vida. En su interior , observamos la doble iod, uno de los nombres secretos de D’os. Esta doble iod se abre camino (como la Unidad por entre la vida en la cifra .618) por la palabra jam, que significa calor, de manera que la vida surge cuando la Divinidad se asoma por entre el calor de la sopa primigenia de aminoácidos que da lugar a la vida.
Esta doble iod es índole jeroglífica, ya que se considera a la iod la pupila de D’os, de manera que la iod geminada que se abre camino por entre las dos letras de la palabra jam, calor, no son sino los ojos de D’os asomándose por entre el calor de la materia, permitiendo y causando la existencia de lo viviente, cuando esta mirada se retrae, la materia conserva un calor refractario, el que genera la materia en estado de descomposición. Igual parece suceder con la palabra para isla: aiim, donde las dos letras iod (la mirada divina de su doble pupila) parece configurarse en la tierra firme que se abre camino y aflora por entre las letras de am, el agua madre del mar.