lunes, 30 de marzo de 2015

Rebeldía de los milagros, el hipogrifo y el Aleph La palabra que alude a los milagros, los portentos y prodigios de la magia en hebreo es niflaot, y la raíz de la que proviene es pe-lamed-aleph. Estas tres letras son la exacta inversión de la palabra aleph, una de las letras que refiere directamente a la divinidad, y al todo creado. Se trata de la letra más compleja, por su estructura, del alefato hebreo, y puede tener tanto el valor de la unidad como el de 1000, el más alto de todas las letras, de manera que su ubicación está al comienzo y al final de la progresión numérica representada por el alefato, y simboliza a la Divinidad en su unidad complexiva y abarcativa de la pluralidad. Por eso la maravilla y su hacedor, el taumaturgo, llevan en sí la raíz de esa fuerza que va a contracorriente, la rebeldía, la anarquía que no se apega al sistema, puesto que su fuerza mágica y milagrosa puede ir en contra del curso normal establecido para la forma en que se desenvuelve la realidad común. Son sus prerrogativas el desafío y el coraje, el salmón que nada en contra del flujo del río, aún a riesgo de ser despedazado por las dentelladas del oso que espera, esa ignorancia y ceguera. El milagro, el portento, se opone y corre a la inversa del orden establecido, rompiendo con toda ley física conocida. Se trata entonces de la misma Aleph, pero en sentido inverso. En cuanto a su pronunciación en la boca del hombre, la Aleph es una progresiva exteriorización y de sonidos, ya que la Aleph primera de la palabra es profundamente gutural, luego un paso más afuera la lamed, que se sirve del paladar y de la lengua, y finalmente el último paso en los labios, la labial pé; el mago en cambio, va hacia adentro en peleh. Este taumaturgo que se pone por encima de l sistema de leyes comunes, es el mago al que Pico de la Mirandola se refiere cuando dice que la magia est maritare mundos, unir, enlazar mundos, del mismo modo que la Aleph es la letra que enlazada los mundos opuestos de arriba y de abajo. Por su estructura, la aleph consta de una uau inclinada que establece un nexo entre dos iod, la iod superior y la inferior. De este modo, un valor que se asigna a Aleph es 26, el número del tetragrámaton divino ((iod = 10 + iod = 10 + uau 0 6). Y es así que enlaza el mundo superior con el mundo inferior, en una coincidencia oppositorum alquímica que permite la quintaesencia de todo lo existente, y la unión de los contrarios. Esto mismo realiza el milagro y su hacedor, en peleh, pero a la inversa, como en espejo y por detrás, reconciliando lo irreconciliable. Este mago es la uau que está en medio de las dos iod (recordemos que la uau es recta y representa al hombre como dibujando su enhiesta columna vertebral, además de que Adam es creado el sexto día), y esta forma de aleph es la que se aprecia en los brazos del tahúr o mago que es el arcano número uno del Tarot, formando una especie de aleph con la postura de su cuerpo, y que se encuentra a su vez subrayada por la forma de lemniscata de su sombrero de ala ancha (es llamativa la semejanza entre la aleph y el símbolo del infinito, el ocho acostado o lemniscata). En otros sistemas simbólicos y otros imaginarios, esta característica del héroe está representada por la montura que lo transporta. Ariosto no parece haber elegido sin recurrir o una delicadísima elucubración muy consciente de todo este simbolismo (o a una poderosa fuerza subconsciente que supo inquirir la realidad de los símbolos y su significado profundo) el hipogrifo como montura para Ruggiero y otros caballeros del ciclo del Orlando que accedieron al fantástico pájaro-caballo. Que el hipogrifo represente la amalgama de los opuestos se da en virtud de que es el resultado de encastar un grifo con una yegua, cuando la enemistad entre grifos y caballos era proverbial, pues los caballos eran el manjar predilecto de los grifos. Por eso, que un grifo accediera carnalmente a una yegua era un imposible mayúsculo… ya Virgilio recurre a este adynaton para expresar lo imposible de determinada circunstancia: Iungentur iam gryphes equis (Se unirán antes los grifos con los caballos.) (Eclog. 8, 37.) Tarea faraónica entonces, primero, la existencia de un hipogrifo, paradoja casi irrealizable, como asimismo el montar este animal indómito, que hoy en día los analistas de símbolos colocan como excelente paradigma de la fuerza desbocada de la imaginación, que se eleva hasta el cielo, e incluso de la locura generosa del héroe… por lo cual el hipogrifo es también la fuerza contracorriente del mago, que ha logrado encastar dos enemigos eternos, y llega hasta el cielo sirviéndose de tal montura, como si cabalgara un Aleph viviente, con plumas de ave, y la sangre caliente de un potro.

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