Acerca de la homosexualidad y su jistificación por la cábala

Acerca de la homosexualidad y su justificación por la Cabalah


En el Génesis puede ser distinguidas tres caídas del Adam Harishon, es decir el, Adam perfecto creado por Dios. La más conocida (y aceptada como única por la mayoría de los hombres, es la de la expulsión de Paraíso una vez transgredida la prohibición de comer el fruto del árbol del bien y del mal. Pro antes de esa caída ya se han producido dos descensos desde la máxima perfección por parte del hombre. La anterior es la cobertura que Dios hace de sus partes pudendas con cinturones de piel, lo cual implica la entrada en ell mundo de la materia. Los cinturones de piel (en hebreo piel se dice or con ayn) implican el opacamiento de los cuerpos luminosos de Adán y de eva (luz en hebreo es or con Aleph). Pero la primera caída es la división en dos sexos del Adam original.
Si leemos detenidamente el Génesis comprobamos que Adam fue creado macho y hembra, y que sólo después fue sumido en el sueño (tardemah) durante el cual fue escindida su parte femenina de su parte masculina. Los exégetas actuales quieren ver en esta aparente contradicción de un Adam macho y hembra andrógino que después es escindido en macho y hembra, una superposición de textos, cosa impensable si sabemos que el texto del Pentateuco es de inspiración divina y que no pueden permitirse lecturas históricas de las vicisitudes textuales, a no ser que éstas sean providenciales y reflejen realidades arcanas de contenido y coherencia ocultos.
Esa es la primera caída, que quita al hombre su androginia, o mejor dicho no se la quita esencialmente, sino que le impide a él mismo ser consciente de esta completitud intrínseca que posee. Así surge Eva y Adán comienza a necesitar de la hembra para sentirse pleno. Pero no sucede esto con todas las almas.
La palabra Havah (Eva en hebreo) vale 19. Si vemos que Adam vale 45, y le restamos 19, nos da 26, el valor del Tetragrama. De manera que la mujer carece de la Divinidad en su interior, mientras que sí era patrimonio intrínseco del hombre primero. La aparición de Eva supone entonces que Adam deja de percibir en sí mismo a Dios, por ello a su 45 se le resta 26 , que es lo que no percibe en sí, y surge como ser independiente Eva (=45, Adam - 26 = 19, Eva). Para lograr percibir a Dios, deberá unirse desde entonces a una mujer. Pero no porque no contenga a Dios en sí, sino que se trata de una carencia de percepción, una miopía ontólogica, no una realidad.
Las almas que no dejaron de percibir en sí a la divinidad conservaron su androginia, y esto da lugar a la existencia del amor homosexual, pues no se ven atraídas por las mujeres sino que buscan el amor de un igual. En ellos, el amor no supone la búsqueda de una completitud de la que creen carecer para formar el 45 de Adam perfecto, sino que el amor en cada uno de ellos que se saben portadores del 45, consiste en la admiración en otro de aquello que ellos mismos saben existente en sí mismos. Este otro al que aman puede o no ser gay, pues como hemos afirmado, ningún alma realmente pierde a la divinidad, sino que algunas dejan de percibirla. La caída consiste solamente en la falta de su percepción y en la creencia de que no se halla en ellos.
Esta búsqueda de una parte que no reconocen en ellas mismas por parte de las almas caídas se relaciona con la equilibración animus-anima que es un trabajo alquímico según la teoría analítica de la personalidad de Jung.
El gay es un andrógino espiritual, (si bien su entrada en el mundo de la materia implica sujetarse a la ley necesaria de la realidad física, en donde los sexos sí están divididos); nunca se vio ofuscada la visión de su divinidad interna, por lo tanto su 45 nunca se dividió en 45 – 19, y por eso no debe salir a buscar su 26 en el exterior, es decir, no debe unirse a una mujer para descubrir en sí el 26 que no percibe.
Su amor por otro 45 es admiración especular y narcisística en otro hombre, por eso cobra aquí tanta importancia a nivel de resonancia cabalísticas lel prefijo griego homo- ya que no solamente debe interpretarse en sentido etimológico como que el varón homosexual ama a otro de su mismo sexo, sino que ama a un igual. Este amor-admiración desde una completitud hacia otra no es la búsqueda de algo que se supone perdido sino de unirse a otro individuo que tiene lo que él percibe en sí mismo.
Por eso la explicación de Platón de la homosexualidad implica el haber conocido o escuchado mal la realidad de esta caída.
Los primeros seres, andróginos, eran siempre macho-hembra espirituales, y expresaban su amor hacia otro individuo igual que ellos. No puede hablarse de seres que fueran dos veces macho o dos veces hembra y que de su escisión surgiera los homosexuales que buscan su otra mitad.
Lo correcto es afirmar que algunos de estos andróginos fueron escindidos, y éstos son los heterosexuales, que buscan su otra mitad, necesariamente del sexo opuesto.
Los que no fueron escindidos y se conservaron andróginos con todas sus potencias intactas, no necesitan un individuo del sexo opuesto para completarse, sino que siendo completos, y desde su esfericidad perfecta e incólume, buscan a otro igual para hallarse en compañía de un semejante, pero no buscando construir una perdida perfección que en ellos saben existente y nunca perdida.