viernes, 16 de marzo de 2012

Palabras acerca de cierta demostración de la verdad de la Cabalah y del Hebreo como lengua sagrada

Palabras acerca de cierta demostración de la verdad de la Cabalah y del Hebreo como lengua sagrada


Hace unos días tuve una revelación acerca de una palabra bellísima, la palabra más bella en todas las lenguas. Amor en hebreo se dice ahabah.
El valor numérico de este vocablo es 13, conforme al sistema que en cabalah asigna a cada letra una cifra.

Lo que yo había leído en el libro de Jaime Barilko acerca del amor, es que si tenemos en cuenta el nombre de Dios IHVH, éste en hebreo tiene un valor que es igual a 26, y que esto significa que Dios es dos veces amor .

En mi mente, que baraja conceptos constantemente, a veces a costa de mi paz espiritual, logró esta vez relacionar esto con ciertas palabras que usa Marsilio Ficino para presentar (no quiero decir “definir”) a Dios a nuestras almas, diciendo que Dios es cierta Fuente, quidam Fons. Inagotable fuente de todo lo bueno, Dios es la fuente del amor, pero siendo Él la Divinidad infinita, y nosotros finitos, es por nosotros incognoscible.
De modo que Dios no es amor, (en realidad no debe malinterpretarse esta frase) sino que mas bien Dios es Fuente del amor. Dios es fuente de todo aquello que podemos entender, Dios es origen y manantial incognoscible de lo que podemos comprender, pero hay un límite para esta comprensión: , el exacto punto en que lo que mana de Él, como aguas, se vierte hacia y en la creación. Más allá, a ese “corazón de la Fuente misma”, esa médula que es Dios mismo, no podremos llegar jamás.
Lo que me pareció importante es la relación de esa verdad con el hecho del valor numérico de la palabra amor y del Tetragrama, Sacro Nombre de Dios. Siendo el valor de amor, (ahabah) 13 en hebreo, y siendo el valor numérico del Tetragrama igual a 26, es como si el lenguaje de los números corroborara lo que místicamente he intentado expresar con lo de quidam Fons. Lo corrobora dentro del hebreo, y esto confirma que la lengua hebrea es una lengua sagrada que no perdió contacto con la realidad divina después de ese hecho enigmático y misterioso que está simbolizado por la caída de la Torre de Babel, debido al cual las lenguas se dividieron en muchas y se generó la confusión .
Porque entonces, lo que expresa la realidad de que IHVH tenga el valor numérico 26 con respecto a que ahabah, amor, tenga el valor numérico 13, es justamente eso: que IHVH no es igual a Amor, es un punto más alto, el más alto de todos (o, mejor, está más allá de todo lo que es más o menos alto, incluso más allá del concepto de altura) y que es la Fuente del amor, trascendiendo incluso el concepto de amor, no su igual. Por eso no sería correcto, místicamente, decir que Dios es igual a amor, sino que Dios es más que amor: es la Fuente inconmensurable del Amor, de donde mana éste como de una surgente mana agua purísima de vida.

Importante es considerar que en la mentalidad vigente en la lengua hebrea, la duplicación no es una sumatoria, sino un salto exponencial, cuántico, que no involucra la suma 1 + 1 = 2, sino un concepto profundísimo que multiplica, casi nos atreveríamos a usar el término cuánticamente, el concepto repetido -o pluralizado, por el plural maiestatis, cf. Elohim- (hecho análogo a lo que sucede con el superlativo, que se forma por una composición en que la palabra llevada a su máxima expresión en cuanto a excelencia, se construye por el “nominativo” seguido del “genitivo”, verbigracia en la expresión Shir HaShirim el Cantar de los Cantares. Todo lo cual parecería darse también, cabalísticamente, a través de la duplicación del valor numérico del Tetragrama con respecto al valor de ahabah, no por repetición, sino por su doblaje del valor numérico).

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