Las serendipias cabalísticas de Kepler II
Un mes antes del anagrama enviado por Galileo a Kepler en diciembre de 1610, que comenté en la primera nota, el pisano le había enviado ya otro, para que el astrónomo alemán descifrara su oculto significado; este primer anagrama, en sí, no tenía significado, era un amasijo de letras sin sentido, por lo que era menos elaborado aún que el que le enviara después.
Sin embargo, la mente de Kepler, conexa tal vez con la Mente Divina, le halló un ordenamiento sorprendente, que hacía referencia a una realidad cósmica que, sin embargo, no era, al parecer, la que en principio quería transmitir Galileo. El anagrama enviado por Galileo a Kepler era como sigue:
SMAISMRMILMEPOETALEVMIBVNENVGTTAVRIAS
Después de hacer dar vueltas duramente a su mente, como si se tratase de un asno en una noria, Kepler dio con la siguiente (posible) solución:
SALVE VMBISTINEVM GEMINATVM MARTIA PROLES
frase latina que, aunque enravesada y alambicada, puede traducirse del siguiente modo:
Hola, inflamada y geminada prole de Marte!
De allí arguyó Kepler que Galileo había descubierto dos lunas en el encendido planeta Marte, es decir dos satélites, acompañantes como si de su descendencia se tratara, de su misma sangre...
Sin embargo, lo que había querido decirle Galileo era sencillamente que había estado estudiando a Saturno, después de lo cual había descubierto que tenía tres anillos, lo cual estaba contenido en el anagrama, cuyas letras, ordenadas tal como lo había pensado Galileo, decían así:
ALTISSIMVM PLANETAM TERGEMINVM OBSERVAVI
Lo cual se traduce así:
Observé el más elevado (lejano) planeta (=Saturno), trigeminado.
Tal fue el mensaje que Galileo debió remitirle a Kepler, cuando supo la resolución (para el no correcta) de su primer anagrama…
Lo asombroso, lo que nos deja petrificados, es que la respuesta encontrada por el serendípico Kepler obedecía a una realidad también, y es que Marte posee dos grandes satélites: Fobos y Deimos, el miedo y el terror, que en la mitología eran compañeros inseparables de Marte y sus hijos, realidad astronómica que Kepler descubrió entre las letras del oscuro anagrama de su colega y amigo, y no por observación del cielo… y que sólo se encuentra documentada en el año de 1877, en que fueron avistadas por primera vez en el cielo!...
Diego Márquez
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