viernes, 16 de marzo de 2012

Consideraciones acerca del latín como una máquina de ruedas mentales

Consideraciones acerca del latín como una máquina de ruedas mentales

El latín, se dice, proporciona el beneficio de crear una escala de valores en la mente, una capacidad mayor de discernimiento y discriminación de ideas, y configura una estructura mental más ordenada y capacitada para almacenar, organizar y relacionar la información, pero aunque es cierto esto y mucho más, quienes lo dicen suelen expresarlo como un cliché vacío de significado, repitiendo cosas de oídas que en realidad no han comprendido. Me propongo en estas páginas analizar en detalle de qué modo es posible todo esto que se afirma del latín y cuáles son los mecanismos a través de los cuales funciona.

El latín nos enfrenta con un sistema combinatorio en que hay nuevas variables a tener en cuenta y que hacen de esta lengua desinencial una lengua tridimensional, exigiendo a la mente e introduciendo en ellas patrones abstractos de carácter jerárquico espacial que permiten organizar la información necesaria para expresarse en dicha lengua, y que luego de un proceso aún mayor de abstracción, se convierten en casilleros vacíos de posibilidades que configuran receptáculos de posibilidad en la mente, en el cual, aún después de ser olvidado el latín, siguen funcionando en la mente y en la imaginación (capacidad imaginativa) con las mismas características de sistema combinatorio, afianzador, organizador-jerarquizador (en catálogos estáticos) y relacionador-combinatorio (en procesos dinámicos de movimiento) de las ideas que se insertan en sus “receptáculos de posibilidad” permitiendo que todo estudio posterior que la persona emprenda sea adherido y asimilado a esta estructura que el latín funda en la mente.

Podemos hablar entonces del latín como un sistema combinatorio en que engranajes virtuales de concordancia tridimensional (6 casos, 3 géneros, 2 números) y no meramente bidimensional (castellano: 2 genero 2 números) potencian la capacidad combinatoria de la mente, permitiendo que esta se deslice, se pasee por estructuras que luego, abstraídas y vaciadas de su uso concreto para la lengua latina, adhieren automáticamente cualesquiera otros conceptos o sistemas de conceptos sean incorporados a estos engranajes virtuales permitiendo su adquisición firme y segura ( afianzador por mnemotecnia) su ordenamiento correcto (jerarquización en catálogos o sistemas de valores) y su hábil y rápida manipulación y confrontación estableciendo relaciones (relacionador-combinatorio) del mismo modo como las ruedas del sistema de Raimundo Lulio (ampliar, tengo mucho en la página de Raimundo Lulio de Internet). De modo que la memoria cuyo desarrollo propicia el latín no es estática, es una memoria dinámica que establece una especie de “ruedas combinatorias” como las de Raimundo Lulio, del mismo modo como el sistema mnemotécnico de Lulio en vez de ejercitar una memoria estática como la de los tratados y sumas medievales ortodoxos basados en divisiones y apartados inamovibles, favorece un desarrollo de una memoria dinámica, combinatoria y móvil como la rueda de sus sistema (para esto último de que es una memoria móvil y no estática la de Lulio por sus ruedas, cf. Mundo, Magia y Memoria, Yates, pg. 306 línea 25-39).
Un caso concreto de los engranajes rotatorios es la declinación de sistemas como:

Ista rosa bona
Iste lupus malus

Donde Iste puede ser colocado, para el singular, en una rueda con cinco compartimentos (pues nom. y voc. son iguales) , lupus en una mayor concéntrica con cinco compartimentos (dat y abl. sing son iguales) y malus en otra tb. de cinco por lo mismo; y para el plural, una rueda de cuatro para isti (nom y voc. son iguales y dat y ablat. tb.; otra de cuatro para lupi, por la misma razón y cuatro para mali.

Después se va complicando con las excepciones de género y con las diferencia de declinación entre sustantivo y adjetivo, es decir, podemos ir graduando la dificultad de los engranajes:

Ista quercus felix
Is poeta probus
Hic rex bonus


Éstos son algunos ejemplos de las posibilidades combinatorias que la mente debe realizar y que crean sistemas abstractos a a, para cualquier otro tipo de combinaciones, ya que eso crea la estructura abstracta. El verbo en voz pasiva (con el genero y el nº del participio a tener en cuenta) añade nuevamente más coordenadas. Otros ejemplos son los verbos principales, por lo general dados sólo al final del periodo, y las signos de subordinación: ut ne y los acusativos sujetos con inf. después de un verbo exigiendo sub. Sust, u objetivas (fit necesse est, dicunt, etc.) que condicionana y advierten a la mente ara que inmediatamente después venga la subordinanda, es decir, coloque en rango de subordinación lo que voy adecir a continuación de tales signos, que me anuncian que voy a introducir una nueva estructura en subordinación)

Queda así grabada la estructura abstracta de ruedas o engranajes ya abstractos , ruedas o engranajes “hambrientos” en la medida en a que abuscan adherir a ellos cualquier conjunto nuevo de conocimientos que se incorporen (de allí la validez del laín como lengua aun cuando no se la use, es decir, como sistema creador de una sede virtual en la mente para cualesquiera otros contenidos concretos) los cuales se incorporan al funcionamiento del sistema del latín, aun cuando haya sido vaciado de sus recuerdos concretos de la lengua, ya que el sistema en abstracto (sistema como “vacíos virtuales jerarquizados en estructura a llenar) (ver cuánto podemos acercar a esto Chomsky, con la clara diferencia que el sistema virtuial propuesto por chomsky es innato, mientras que el latin es eartificial y se aprende) incorpora a su funcionamiento los nuevos contenidos. Todo esto es comprobalble en el confirmado mayor rendimiento en el proceso de incorporación y jerarquizacion y relacion de conocimientos, y en el rendimiento intelectual general de los alumnos universitarios que han ejercitado sus mentes con el latin el en el secundario.


Memoria por la estructura (debemos “pegar palabras en la memoria” hasta la terminación del perido, ya que en este son las últimas palabras, por lo general, la qus que dan sentido a toda la compleja jerarquización sintáctica, obligandonosa mantener la atención al máximo hasta el último instante, y a ir grabando as palabras y sus relaciones ya que el ultimo termino 8º los ultimos) son los que dan la clave del periodo: esto mismo desarrolla y potencia lka memoria y la atención.

Estas estructuras virtuales que el latín crea en la mente son comparables a las del arte de Raimundo Lulio, y al arte combinatorio de Leibniz (buscar) y son análogos a los edificios y palacios virtuales del antiguo arte de la memoria (explicar con Couliano y con Giordano Bruno, Giulio Delminio Camillo, Yates en el capítulo XI de La tradición hermética, etc.) en los cuales se pueden introducir contenidos.

Mucho se habla acerca de las ventajas que tiene el aprendizaje del latín para los adolescentes, por la “diferente estructura de pensamiento” de las lenguas clásicas. Sin embargo, más allá de este cliché, que siempre se repite, nada más se agrega. Intentaremos en estas páginas desglosar este concepto y exponer objetivamente, de acuerdo con nuestra opinión en qué consiste y de qué manera lenguas como el latín potencian la estructura de pensamiento, potenciándola y posicionando al alumno ante problemas y situaciones sintácticas y de elección morfológica que fomentan el enfrentamiento del alumno con niveles nuevos , con los que no puede involucrarse en las lenguas romances y que incorpora a su pensamiento nuevas estructuras .

El latín y el griego, y todas las lenguas flexivas permiten un desarrollo de la inteligencia semejante al paso de una 2º a una 3º dimensión, es decir, permiten comenzar a pensar en tres dimensiones o agregan otra dimensión a la estructura de pensamiento de la persona que, habituada a una lengua romance de estructura analítica no conoce ni se halla habituada a una lengua con declinaciones nominales. Esto sucede ya que tanto el sistema nominal como el verbal agregan una nueva dimensión, digamos, una tercera dimensión en el primer caso, y una nueva dimensión en el caso de la flexión verbal, ya de por sí más compleja que un sistema bidimensional también en las lenguas romances; este factor es igual a una nueva coordenada “de profundidad” que se debe tener en cuenta para comprender el funcionamiento de la lengua. Así, p. ej. en castellano podemos hablar de una lengua de dos dimensiones de un “latín achatado” como sucede con todas las lenguas romances, en la medida en que la flexión nominal tenemos dos coordenadas (de variación: género y número asimilables a un eje de coordenadas x e y, y por lo tanto bidimensional. Se obliga así a la mente del alumno que trabaja con el latín a desenvolverse mentalmente en otros niveles, los cuales debe “insertar” en su mente para entender el texto, con lo cual progresivamente va incorporando a su estructura de pensamiento, que de este modo adquiere profundidad, habiendo antes sido sóolo de dos dimensiones, creando una estructura de pensamiento más rica y funcionante en más niveles de lo que antes operaba.

En latín, el eje de la flexión nominal, agragndo una nueva variable –el caso-, crea u nuevo eje de coordenadas pongámosle por nombre z, creando un sistema triple, en todo análogo a la representación cartesiana del espacio:

Flexión nominal del Castellano:


y (= género)



x (= número)




Lo cual no es propiamente una flexión, sino las variaciones morfológicas posibles para el sustantivo y el adjetivo, lo cual además, puede simplificarse, p ej. en palabras como caries, igual en singular y en plural, y en otras como piedra, o flexible, que, o no tienen una forma para el otro género, o esta forma es idéntica para ambos géneros.

En latín en cambio, la flexión nominal se debe representar del siguiente modo mediante el sistema cartesiano:


y (= género)


z (= caso)




x (= número)











La representación de cualquier punto, en el eje de coordenadas del latín, requiere tres variables, tres ejes, que como decíamos, son los que en el sistema cartesiano se necesitan para representar cualquier volumen que como tal, existe en el espacio, es decir, que es tridimensional.

Para el sistema verbal obtenemos una profundización mayor, basada en la geminación de todo el sistema verbal a través de la voz pasiva sintética, que multiplica por dos un sistema verbal basado en cuatro variables: (persona, número, tiempo y modo) x 2 (si tenemos en cuenta la voz), dándole así una profundidad al sistema que el castellano no tiene:










número
tiempo modo
persona +






VOZ ACTIVA VOZ PASIVA



En voz pasiva, debemos agregar, en los tiempos perfectos, inclusive una variable más: el género, que el participio, como perteneciente en parte a la categoría nominal, involucra.

Llamamos profundidad a una característica del sistema de la lengua latina que la lengua castellana no posee, ante igual capacidad de expresión de las dos lenguas, a la capacidad del latín para expresar sintéticamente algo (por ende, tb. tiene esta capacidad la mente de quien se sirve de esta lengua, por lo que sus razonamientos se hacen más veloces) y no de modo analítico, por lo que recibe el nombre de lengua flexiva sintética y braquilógica.


Todo este nuevo esquema lingüístico, que funda campos en la mente que antes se hallaban vacíos por la inexistencia de los mismos en la lengua madre del alumno, fortalece su memoria, su predisposición al análisis ordenado y metódico, una elevada calidad y profundidad de pensamiento, y la posibilidad de optar, ante dos posibilidades, conforme con un cuidado criterio de selección coherente y jerarquizado mediante una apropiada escala de valores.

También el género mismo en latín, como accidente morfológico, es una variable que fluctúa en latín entre tres posibilidades, es decir, ella mismo se constituye en un sistema ternario (masculino-femenino-neutro) frente al sistema binario del castellano (masculino-femenino), con escasos restos del sistema ternario en lo morfológico (artículo lo, p. ej.). En otras lenguas, como el griego o el sánscrito, esto sucede tb. con la variable del número, ya que en vez de ser un sistema binario (singular-plural) es ternario (singular-plural-dual), mientras que en persa es más rico aún. (singular-plural-dual-trial-cuatrial = cinco posibilidades).
El caso, en castellano, es una variable que deja de ser tal, y por tanto deja de constituirse en un eje, y de ser un eje de seis posibilidades en latín, se vuelve estático, con lo que la función de la variable caso (indicador de la función sintáctica de la palabra en el texto) desaparece y es reemplazado por preposiciones, o incluso por la posición de la palabra en la oración; esto hace perder la gran flexibilidad del que posee el latín anquilosando la estructura de la oración en un esquema más o menos fijo, pero en todo caso mucho más rígido que la flexibilidad y la libertad del latín, lengua que permite la más amplia libertad en el posicionamiento de los complementos en la oración, junto con el sujeto y el verbo, permitiendo así a la mente misma una libertad mucho mayor en la creación y expresión de enunciados y, algo no menos importante, otorgando al sistema mucha más posibilidades de expresión y de énfasis en cualquier elemento del enunciado, ya que el sistema puede poner en primer lugar, para resaltarlo, casi cualquier complemento, cosa no posible en castellano, lo cual le restringe su capacidad de subrayar o señalar algo con más énfasis, si no es a través de grandes rodeos. En castellano, de la variable caso, quedan algunas reliquias fosilizadas en los pronombres personales (yo-me- a mí- conmigo).
En otras lenguas , como el griego, algunos casos contienen más variables: 8 para el sánscrito; en otras lenguas, menos: 5 para el griego. El dual en la flexión verbal del griego, y su voz media hacen, no obstante su sistema más complejo aún que el del latín, como podemos ver en los siguientes esquemas:




El latín es uno de las lenguas más sonoras y poderosas que existen a nivel mantrams, si tenemos en cuenta que las sílabas más poderosas a nivel de vibración son ar (variante ur) is, y on, (=um), ya que estas sílabas son parte funcional de la misma lengua latina y no sólo se hallan constantemente en las raíces, sino que son de uso frecuentísimo en las flexiones, de genitivo, de voz pasiva, incluso combinadas, on (en su variante más cerrada um en latín) forma el verbo primordial: sum, además en latín se usa constantemente otro grupo muy poderoso, el de ct y rn. Con el correr de los siglos y el rotar de Arias a Piscis, los fonemas dominantes parecen haberse palatalizado, convirtiéndose en chasquidos familiares y vulgares... tal es la nueva característica de los fonemas a medida que avanzamos a las romances, mientras que en latín se diferenciaba muy bien el piuro sonido consonántico del vocálico, solo combinado en las semivocales y liquidas... en las lenguas romances las sibilantes se sonorizan, las oclusivas se palatalizan o relajan o desaparecen... todo tiene a una distensión y relajación afín a la pérdida de energías activas tan vibrantes en las lenguas del grupo de centum. Así la nueva letra reina es la ch, símbolo de relajación familiar y de perdida de la marmórea solemnidad de los templos, que caracterizo a las duras oclusivas romanas; símbolo de la nueva caridad rebajada hasta la debilidad el arrastrarse, (de ello hace mimesis la lengua) de la mejilla puesta dos veces, de las letras rastreras y chasqueantes de la jerigonza romance.
No poco elocuente es aquel autor que dice que las lenguas romances son como el espejo bidimensional, plano, en un estanque, en donde se reflejan las torres y las agujas del palacio del latín, portentoso, tridimensional, verdadera y las críticas a la literatura clásica no son más que las travesuras, los graffiti que un escolar descuidado hace en un imponente monumento de mármol, que ni mella le hacen a la firmeza de su magnífica eternidad.

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