Estudio cabalístico sobre el corazón
El corazón es representado jeroglíficamente en Egipto mediante una vasija, que es el recipiente que contiene nuestra más íntima intimidad, nuestra esencia y la médula de nuestra identidad, el receptáculo del alma misma, de nuestro verdadero yo, la carroza de la divinidad, y el envoltorio de la chispa divina, la unidad crística que somos. En él habita el intimior intimo meo de San Agustín.
Cuando la vasija que contiene esta chispa en estado latente se enciende, cuando la llama divina logra emitir su luz con tal resplandor que la vasija se torna incandescente y refulgente, irradiando hacia fuera su esplendor como un torrente de aguas de luz, se produce la llama divina, y el corazón se abre: se forma entonces la flama mística, el fuego del amor más puro y poderoso: lev (corazón, en hebreo, se abre y da paso a lehev, que es flama).
Esto se entiende como la hei de la divinidad que se abre paso a través del corazón, partiéndolo por la mitad, abriéndolo como una granada madura que ya ofrece su interior en sazón, reventando su exuberancia de belleza que se entrega, que sólo sabe dar. Por eso la llama, lehev, es un corazón por el que se asoma la hei, la chispa divina hasta entonces dormida que ha despertado. El corazón místico de Jesús muestra esta llama que rebosa por la parte superior, y a la vez está desgarrado en su centro.
Esta herida que caracteriza al corazón místico tiene la forma de una iod, porque es la iod divina, la pupila de la Fuente de todo amor asomándose por las túnicas cordiales. Es el amor del Padre y de la Fuente de las fuentes, la Raíz de todas las raíces, el Amor del amor y el Sol del sol. Esa herida es un placer y un tormento a la vez, suavísimos ambos; es la exaltación y la disolución del alma en el fuego infinito del amor, donde criatura y Creador se han vuelto uno y el mismo, besados y abrazados ya por toda la eternidad.
No en vano el beso místico de amor que en el Renacimiento se llamó bínsica -literalmente “(muerte) por el beso”, de be-neshikah, que en hebreo es beso)- al infarto de miocardio provocado por éxtasis místico, que es el beso del Creador a su criatura en el íntimo de su pecho, del que se dice que murió Moisés. Es un placer pero su punzón es ardoroso y terrible como la picadura de mil escorpiones, si recordamos que neshikah, beso, tiene la raíz de neshek, arma, en hebreo.
Cuando se desata ese incendio del corazón se produce la visión mística mas profunda, que hace uno al peregrino y su Norte, y que abraza los polos y une los contarios, el fin de la meta, por eso esta llama encendida está en el corazón de la palabra hebrea hitlahavut, que es la experiencia mística destructora del individuo que se funde con su Amante, Amada en el Amado transformada.
Si consideramos el valor de la palabra corazón, en hebreo lev, tan misteriosa y asombrosamente parecida a love, amor en inglés (y especularmente dispuesta con respecto a la acción propia de la voluntad el volo indoeuropeo), vemos que vale 32, pues la lamed vale treinta y la bet vale dos. Si tenemos en cuenta que lev, corazón, puede decirse también levav, que vale treinta cuatro, vemos que en ambas palabras se retrata la sístole y la diástole del corazón (32-34) cuyo medio inasible es 33, el número de vértebras de la columna y la edad de Cristo, el número de la perfección en la escalera iniciática.
El corazón oscila entre 32 y 34, buscando eternamente el centro inasible, el 33,del que se aleja y al que se acerca, y en torno al cual late eternamente, bombeando sangre y dando vida al cuerpo, como un sol; esta respiración sanguínea tiene su correlato en otras dos oscilaciones: primero, la de la inhalación y exhalación de los pulmones, que llenan de luz y alimentan de espíritu a los glóbulos rojos para que la distribuyan por todo el organismo (únicas células que no tiene núcleo entre las del cuerpo) y que se producen en la medula, como el semen, que también contiene el pneuma espermático con el poder para generar nuevos individuos, y que, surgiendo del bulbo raquídeo, desciende hasta los testículos, por un lado y por otro, en la oscilación de la cópula. Esta triple respiración, sanguínea, pneu6mática y sexual es el ritmo mismo del movimiento de la divinidad, que se halla como firma rubricada en la dos hei del nombre tetralítero, el Tetragrama.
Si seguimos estudiando el corazón, se nos revela dividido en cuatro cavidades que parten de su centro, de esa iod por donde se asoma la divinidad. Estas cuatro líneas que surgen de ese centro son los cuatro ríos del paraíso: el Éufrates, el Tigris, el Guijón y el Pisón, que forman un esquema de cruz, la cruz que es la estructura del corazón, señalada por el corazón místico, donde anida el equilibrio perfecto del árbol cabalístico: la Belleza: Tipheret, donde se halla y reside la divinidad, donde desembocan todas las séphiras del árbol cabalístico, siendo el corazón el sol de nuestro organismo y el punto medio de las séphirot.
El cuadrado mágico del sol suma en cada uno de sus lados = 111 (que es lo que vale Aleph desplegada, por gematria milui) a la vez que el total del cuadrado suma 666, número mal comprendido que significa en realidad el centro del deseo y el anhelo. Debemos entender este cuadrado mágico como el medio entre todos los otros, ya que el primero corresponde a Binah (la tercera séphira, si tenemos en cuenta que el primer cuadrado mágico posible es el de orden 3; que tiene su eco en el de orden 9, para Maljut, la luna); el de orden cuatro, asignado a Jésed y a Júpiter tiene su contrapartida en el de orden 8 para Mercurio, Iesod; el de orden 5 corresponde a Marte y Guevurah y tiene su contrapartida en el de orden 7 para Venus y para Netzaj, sólo el de seis, corresponde al sol, y todos los anteriores cuadrados reflejos u opuestos dan como suma 12 (3 + 9; 4 + 8; y 5 + 7) si tenemos en cuenta que 6 da doce sólo sumado a sí mismo, entendemos que el cuadrado es el de la identidad, o que es tanto cuadrado pora el sol como para el ojo central y la tierra, de manera que se ven representados los dos centros de los hombres. Sol y tierra, cada uno de los cuales es sol, pues la tierra tiene su sol interno secreto. El corazón es entonces el ojo, el sol, el centro (la tierra) el punto focal y el punto de perspectiva y fuga de todo sujeto, y que se corresponde con la tierra y el sol es algo comprobable por la inclinación de su eje a 23 grados, que es la inclinación de eje terrestre en su giro alrededor del sol, así como el hecho de que es el punto de perspectiva, el punto desde el que el sujeto se para con el fin de ver y considerar el todo, se comprueba en que la inclinación del globo ocular en su órbita también es de 23 grados.
El corazón es pues el sol de nosotros mismos, nuestro sol personal. Esto se comprueba si tenemos en cuenta que sol en hebreo es shemesh, y que por gematria da 640; si le agregamos el valor del Tetragrama, veintiséis, obtenemos 666, nuevamente el valor del cuadrado mágico de Tipheret y del sol, la séphira mediana, el oro, el áurea medianía que es la puerta de Jesús y por la cual deberemos entrar al desencarnar de este mundo, por eso el corazón místico de Jesús nos señala ese camino, cuando dice: Yo soy la verdad, la vía y la vida; lo cual recuerda aquella otra frase: Medium tenuere beati, los bienaventurados conservaron el centro.
Este corazón es la rosa, que en hebreo es shoshanah, de valor 661, el cual vuelve a dar 666 si lo bendecimos con el cinco de la mano, la letra hei, la hei que se abre paso a través del corazón, lev, para que se inflame de amor.
El valor de lev, 32, nos hace entender el nexo ineludible del amor con el dolor, en un juego de anverso y reverso de la misma moneda, que nos explica por qué todo verdadero amor nos hace sufrir y conlleva un dolor tan grande como su gozo, ya que el opuesto de 32 es 23, su reverso especular, que es el valor de kev, dolor en hebreo, y que puede descomponerse en ke av (que significa como el Padre) de manera que esto nos enseña hasta qué punto el Creador nos ama y sufre por nosotros, preocupándose infinitamente por nuestra existencia, con amor infinito. Así, amor infinito es infinito dolor.
El corazón entraña este dolor como algo necesario, amar verdaderamente es algo que entraña dolor indecible entonces, la preocupación constante de los padres por sus hijos, del amante por el amado, el gustoso autosacrificio de la cruz soportada por quien se ama.
Esto se ve en la palabra hebrea para cruz: tseleb, que es la letra tsade (el gancho) aferrada del corazón, entendiendo gancho como el que usan por ejemplo los carniceros para colgar la víctima ya sacrificada, el sacrificio del cordero por los que ama.
Por eso la cruz de Jesús es el gancho del corazón (tse-lev), y a la vez gancho (gage en francés, la garantía) es el vínculo, de manera que su sacrificio es la garantía de su amor infinito por el hombre.
A su vez, en el Cantar de los Cantares tenemos la expresión vetzaló: a su sombra, que puede, por tseruph o rotación de sus letras, y formar tselev, la cruz ya mencionada, y con un simple agregado de la mem, la palabra vetzalmó: a su imagen, que es como el Creador nos hizo, lo cual testimonia el amor que nos profesa, y puede originar vetsal lev, a la sombra del corazón.
Jesús ensombreció primorosamente su luz en un cuerpo de carne, se puso a la sombra de la materia, siendo Él todo luz, para llegar a nosotros. La tsade es la letra que en hebreo forma la mayor parte de términos con significado de contricción, dolor, espina, dardo, flecha y pungición, como en tzimtzum, el autosacrificio o limitación que la infinita divinidad hace de si misma en la cábala luriana para permitir hacer lugar a las criaturas que anhela que lo acompañen, para no sentirse eternamente solo.
Si continuamos indagando cabalísticamente la palabra lev, corazón, hallaremos que huevo en hebreo es vetsel, el útero, el centro a partir del cual nacerá el nuevo individuo, palabra que forma también cebolla (tzevel es cebolla y hasta aquí se observa una semejanza fonética entre ambos términos). De manera que el corazón es el huevo central que contiene el germen de la divinidad en nosotros, y la cebolla, que conlleva la acidez del dolor cordial (recordemos que la cebolla hace llorar, arrebatando lágrimas, que son la sangre del ojo en hebreo (dimah = dam + ayn), a la vez que su estructura misma nos recuerda a un corazón, por las capas sucesivas que la forman (como también la rosa hecha de aros), hasta el centro inasible, que son las órbitas en torno a un centro anhelado, cosa sabida por los médicos herméticos, y que les permitió hallar en la cebolla el tónico más excelente que existe para el corazón y como purificador de la sangre.
Si hacemos ahora un paso a la cábala jeroglífica, que dibuja con las letras, y si tenemos en cuenta lo que dice al hablar del corazón, vemos que el nombre mismo, lev, tiene que ver con la forma del corazón, ya que lev equivale a dos (bet) letras lamed, lo cual es el corazón, ya que dos lamed enfrentadas en simetría axial, forman la imagen de un corazón coronado, y si le colocamos las dos beth arriba también enfrentadas, nos quedan las arterias superiores que salen de su parte superior: dos lamed y dos beth suman así 64, el cuadrado de ocho, siendo ya 32 el valor de lev, la multiplicación del ocho (el infinito por su forma) con el cuatro de la cruz, que es la estructura misma, como dijimos, del corazón.
Estas dos lamed enfrentadas que forman la figura del corazón, si las miramos bien, son dos rostros enfrentados, esquemáticos, abstractos, pero no por eso menos presentes allí, lo cual alude a que el beso entre dos corazones se da por dos rostros enfrentados, cara a cara, paneh mi paneh en hebreo, vacío contra vacío, rostro a rostro y cara a cara (bohu, vacío en hebreo, vale 13 y amor, ahabah, vale también trece; el amor es la unión de dos vacíos que forman la plenitud, 13 + 13 = 26, el Nombre divino), esto sucede entre Amado y Amante en la unión de sus ojos, cuando se miran de frente, o cuando de frente se besan, y anudan ojos y labios, enlazando así sus corazones por el aliento.
Hay más. La lamed esta formada según los cabalistas, por una caph de la que surge una vav de cuyo extremo pende la iod, de manera que su valor es caph = 20, vau = 6 y la iod = 10.
Si en el corazón esto es doble, pues son dos las lamed, tenemos: caph + vau + iod = 36 X 2 = 72, y si el centro es la iod de la rasgadura que produce la espina del amor místico, este nuevo número 72 es el del despliegue la divinidad, que en cabalah es el número de letras del nombre divino desplegado en 72, los setenta y dos corregentes o parejas que son las parejas de los 36 decanos zodiacales., girando en torno a esta iod central.
Recordemos que el Shem hamphorash y el Nombre desplegado de D-os vale 72, número que se alcanza también por la gematria del Tetragrama según la tetraktys pitagórica:
I 10
IH 15
IHV 21
IHVH 26
Número que también se logra por gematria milui:
Iod 20
Hei 15
Vav 22
Hei 15
(si desplegamos con iod las hei y la vau).
La sangre lleva los glóbulos rojos que aportan y hierro y el oxígeno a las células, si tenemos en cuenta que en hebreo hierro se dice bartsel, por tseruph o rotación obtenemos rats lev: el hierro contiene el secreto del corazón.
El corazón es entonces la vasija de la divinidad, el grial, el kli (vasija en hebreo) donde se aposenta el esplendor divino, la secreta cámara donde habita la divinidad (zohar, esplendor, y cámara, jeder en hebreo, tienen ambas un valor de 212, que es la luz bendecida, pues luz es or, 207 más 5 de la bendición que se da con los cinco dedos de la mano)
Por ultimo, kli, vasija, vale en hebreo vale 60, caph = 20 + lamed = 30 + iod =10, con lo que regresamos a las dos lamed enfrentadas que formaban el corazón inicialmente.
Si volvemos a considerar estas dos lamed enfrentadas y las entendemos nuevamente como dos caph unidas a dos vau y a dos iod, obtenemos el numero 72 al que ya aludimos, que multiplicado por dos (cuando se unen dos corazones) da 144, el cuadrado de doce, y si reflexionamos, volvemos a ver siempre presente el cuatro en la estructura del corazón, el cuatro que es deleth, la puerta, de manera que el amor es la puerta para el reino de los Cielos.
el hombre que todavia no encuentra el descanso , que no comprende ese septimo dia de la creacion , este articulo resume el verdadero significado de la vida de los hombres que se van a morir y no saben cuando , excelente.
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