Las serendipias cabalísticas de Kepler I
En el siglo XVI, el ingenio de ser humano era gigantesco. Los hijos de Adán se entregaban a elucubraciones que devoraban sus mentes y, sin duda, estas pirámides mentales pueden causar mareo o pasmosa abismación para las mentes actuales, en mi opinión, más estrechas generalmente...
Una de las bonitas ocupaciones entre los intelectuales era enviarse los descubrimientos científicos que realizaban de forma codificada, en anagramas, no tanto (en mi opinión) para mantener el secreto, cuanto para probar el ingenio del destinatario-contrincante en una picante emulación de ingenio.
El caso que voy a comentar es muy interesante, asombroso y misterioso.
En primer lugar, recordemos que serendipia es aquello que se descubre por casualidad, sin una búsqueda adrede por parte del que halló dicho conocimiento, casi como si el conocimiento se entregase por sí mismo o, mejor dicho, como si la Inteligencia Suprema entregase dicho conocimiento por propia voluntad... inmiscuyéndose en el libre albedrío de los hombres, por razones arcanas...
Paso a la curiosísima historia. En Diciembre de 1610 Galileo Galilei envía a Kepler un nuevo descubrimiento que acababa de realizar, pero de manera anagramática, esto es, las letras del cifrado mensaje componían en latín, el secreto de lo que había sido descubierto por él, de manera cifrada, de tal manera que Kepler, su destinatario, debía reordenar las letras del mensaje primario (que en sí también tenía sentido como oración de la sintaxis latina) y en la nueva ordenación hallaría el secreto de lo descubierto por Galileo en sus buceos cósmicos.
La frase enviada por Galileo en aquel lejano Diciembre de 1610 es la siguiente:
HAEC IMMATVRA A ME IAM FRVSTRA LEGVNTVR: Y.O.
frase casi sin sentido aparente, que podemos traducir así:
ESTAS COSAS FUERON YA ANTES LEÍDAS POR MÍ EN VANO: Y.O.
Kepler, después de grandes devaneos, quebraderos de cabeza y muchas permutaciones, no encontró la solución, según la intención original de Galileo, pues la frase que envió a Galileo no era la que éste quería transmitirle originalmente, si bien el hallazgo sintáctico de Kepler era correcto. Así, Galileo debió revelar la solución de su oculto anagrama; la frase debía reordenarse del siguiente modo:
MATER AMORVM AEMVLATUR CYHTIAE FIGVRAS, es decir Venus (la Madre de los amores, imita todas las figuras de Cintia (la Luna). Lo que equivalía a rebatir el sistema ptolemaico geocéntrico, postulando un sistema heliocéntrico, donde los planetas (como la Madre de los amores, Venus), giran en torno a Sol (pues imitan a la luna, que gira en torno a la tierra).
Lo curioso, lo asombroso, es la permutación que las vigilias y el candil de Kepler había exprimido a partir de la frase enviada por Galileo, la cual está documentada, y reza así:
MACVLA RVFA IN IOVE EST, GYRATUR MATHEM, frase que puede traducirse así: Hay una mancha roja en Júpiter, gira con precisión matemática.
La mancha de Júpiter fue descubierta (o eso se creía) en 1660, por Giovanni Domenico Cassini... ¡cuán asombroso resulta entonces que, medio siglo antes, en el mensaje esotérico de Galileo, Kepler descubriera, antes de su verdadero descubrimiento, la realidad de la tempestad presente en Júpiter, que forma una mancha roja y que hoy es célebre!!!...
Asombroso es que las letras del anagrama de Galileo encerrasen una verdad científica de la realidad desconocida aún, de exacta veracidad, ADEMÁS de la que era su intención transmitir... Un caso pasmoso y apabullante de serendipia, ante litteram, pues la afirmación de tal verdad era anterior al descubrimiento certero del hecho del primer avistamiento de una mancha roja en Júpiter!... pero en este caso, ante litteram es una expresión errada, pues justamente la realidad estaba encerrada en las letras antes que en la observación de la realidad, más bien deberíamos decir: un descubrimiento serendípico cabalístico in litteris, en las letras, antes de que se viese confirmado por la realidad.
Según la cábala, todas las realidades se hallan codificadas ya en las letras y en las palabras, aunque de manera oculta, no patentes más que para ojos extraordinariamente atentos... creo que este es un caso de ellos, aún cuando el texto a partir del cual se dedujo la verdad de esta mancha, antes de que existiera en la realidad, no sea sagrado... recordemos, no obstante, la sangre judía de Galileo... ¿qué otro jugador detrás de Galileo jugaba esta jugada impresionante en el inabarcable e infinito ajedrez de la realidad? La Divinidad, sin duda, tal como dice Borges: "¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza, de polvo y tiempo y sueño y agonías?"...
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