Acerca del pie, la vida y el nombre
entre egipcios y hebreos
Una de las posibles decodificaciones de la cruz de la vida, según los egiptólogos, es la que asocia el símbolo con un nudo, pues la vida es un nudo de tensión en el que el espíritu, el alma y el cuerpo se hallan ligados. Por eso el anj, la cruz sagrada de la vida, es el nudo de una sandalia, la fuerza del nudo que mantiene un elemento en tensión (un cordón) presente especialmente en las sandalias pero, por lo general, en todo tipo de zapatos, con algunas excepciones, se asocia así de manera arcana con la vida.
Pero en el misterioso mundo del imaginario egipcio, no es la única asociación con el cordón la que une la vida a la idea de una cuerda, ya que el cartucho que contiene los jeroglíficos del nombre, es en realidad una cuerda trenzada de papiro que reúne y mantiene cohesionados, como una célula espiritual, exactamente como una membrana de tensión celular, los mágicos jeroglíficos que invocan y actualizan la existencia del individuo.
Esta cuerda de junco, el cartucho que contiene los caracteres que dan consistencia a la persona y su individualidad se dice en egipcio shen, palabra misteriosa que inmediatamente podemos asociar con la palabra hebrea shem, nombre, y que es exactamente, en Egipto, el receptáculo o cartouche del nombre del individuo, y en Israel hace referencia al Nombre Sagrado, y luego a todo nombre.
De manera que existe una asociación entre el nombre que define nuestra vida y de cierta manera la contiene y la justifica, la cuerda que enlaza los jeroglíficos del nombre y el cordón de la sandalia.
Pero estos vínculos misteriosos no culminan aquí. Se extienden y ramifican, pero de manera indudable se relacionan con lo que acabamos de revelar.
El verbo para calzarse o ponerse el calzado en hebreo está maravillosamente formado por la raíz shin-mem (en realidad, es el verbo poner, lo cual asocia, para la cultura hebrea también, al pie y al nombre que al hombre le es colocado, y que lo coloca en el mundo, asociación que incluye también al estado de vida o muerte del hombre, según que, en un comentario del rabino Yehudá HaJasid (siglo XIII), se expresa que no deben usarse los zapatos de un hombre muerto, mientras que sus vestimentas sí pueden ser utilizadas e incluso es un honor portarlas.
El pie del ser humano, en hebreo reguel, está asociado cabalísticamente con la décima sephirá, malkuth, el plano de la manifestación en la materia, por eso es tan importante, ya que se trata del reino del hombre; no debe ser casual que reguel, pie en hebreo asemeje fonéticamente de un modo tan extraordinario a regnum, que es la traducción exacta de malkuth, y que a su vez raguil sea el término árabe para hombre!...
Los conceptos de vida y de destino se hallan indisoluble e inextricablemente ligados… ¿quién podría negarlo? Y volvemos a ver asociado al destino el pie del ser humano, ya que por tseruph, de la palabra reguel, pie, obtenemos por esta rotación cabalística goral, destino, de manera que el destino del hombre está en su pie, y es caminando que lo construye y lo actualiza.
Una misteriosa fuerza vital, poderosa manifestación de la mente, subyace en el pie; esto lo comprueba que la energía mental obtiene una excelente ejecución sobre lo que se anhela mediante una técnica que los Egipcios conocían, y que la magia y la manipulación de las energías mentales de hoy en día no desconoce: colocar debajo del pie, dentro de la media, un papel con la persona a la que deseamos influir. Esto lo sabían los Egipcios desde siempre, según que las sandalias de Tutankamón llevan grabadas, en la planta del pie, imágenes y cartuchos con los nombres de los pueblos vecinos enemigos, de manera que en cada paso, el Faraón los vence y aplasta, magia terrible e inconfundiblemente egipcia, si las hay.
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