viernes, 16 de marzo de 2012

Manifiesto del extático

Manifiesto del extático, celebrante del gozo íntimo de estar preñado con el universo en el punto divino de su corazón

Encarnaré mi arquetipo, el arquetipo que rige mi vida, hasta las últimas consecuencias. Lo llevaré a la perfección, porque esa es mi razón de ser: mantenerlo vivo en este plano de existencia, como defensor y encarnación permanente mientras tenga sangre para accionarlo. Soy el arcángel guardián y el demonio vengador de la beatitud sin dolor, de la felicidad sin culpa. Mi destino es el goce eterno e ilimitado, inocente y desinteresado.
¿Por qué pensar que la Divinidad podría ofenderse cuando lo realizo, si ella es quien me ha asignado esa tarea, la que me ha programado para su perfeccionamiento, haciendo este apetito vampírico la razón de mi existencia y el motor de mis deseos, y me ha premiado con tanta mayor felicidad por su cultivo cuanto más intenso es éste?...
¿Por qué pensar que es malo, mientras no dañe a nadie, el hambre voraz que aliento por la belleza y mi voracidad por los arquetipos de esplendor?
Los realizaré en toda la excelencia de su majestad. Accionaré con ímpetu imparable y con total vehemencia, hasta su pleno florecimiento, los resortes que madurarán su plenitud, en una fiesta de cenit y de auge; saciaré feliz esta pasión por lo sublime en que se cifra mi vida y mi deleite. Cúmplase el decreto de la Providencia que me ha dotado de tanto amor por la creación, por la fiesta y la maravilla de las cosas superiores, las geometrías angélicas y las configuraciones de la armonía, en una peregrinación cuya meta no es otra que la alegría del camino y las circunvoluciones de su búsqueda, y el premio máximo su completa consecución.
Es la energía suprema la que rige mis majestuosidades y mis éxtasis, no iré en contra de sus designios si los alimento, si fomento con la maestría de que he sido dotado sus impulsos por abrirse paso a los campos del ser. Soy el canal por el que circulan las mutaciones mismas de la belleza perfecta, de goce ilimitado sin perjuicio, de la beatitud de las estrellas. Proceden por manantiales cristalinos, a la vez que progresan en circunvoluciones espiraladas de íntimo festejo sus verdades trascendentales.
Danza el fénix del renacimiento y una eternidad de oro en el fuego de mis venas y mi plexo… veo con el ojo del corazón sus colores de crepúsculo, elevo hasta más allá de mi cabeza el chorro de luz que sube por la columna vertebral y que se estrella contra la bóveda craneana, abriéndose paso por entre los potenciales capullos de mis flores secretas, regándolas con la fertilidad de su inminencia. No hay cumbre más alta, no hay llanura más deliciosa, no hay descanso más sabroso, ni flor más perfumada abre su corola en los jardines de la tierra o del cielo. Preñado estoy de la fiesta del universo y los círculos que danza el infinito.
Coronemos con la gloria de la perfección esta felicidad que me regala sin límites la generosidad inconmensurable de la fuente para toda hermosura, que es de donde surge y a donde volverán mis batallas internas de música, mis tormentas de esplendor, mis estrategias de sublimación y mis ansias de libertad cósmica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario